jueves, 16 de octubre de 2014

El estúpidoysensualtrabajoremunerado y las ganas de vivir II


Aviso de utilidad míjica: He cachado, releyendo algún post, que hay varios errores de tipeo locos por ahí. Como tengo el Chrome configurado en inglés, me pone gusanitos rojos debajo de todo lo que escribo y no me doy cuenta, así que, si pilla alguno, por fa avíseme para arreglarlo ;)

Evidentemente, usted es un lector abnegado, fiel seguidor de este blog contra viento y marea, así que obvio que ya leyó la primera parte de mis experiencias trabajísticas (que no trabajólicas). Básicamente, como nadie subsidia mi ideal de flojeo anárquico, me inicié en el mundo laboral con una pega estable y apitutada y después huí hacia una rebelrebel. Cuando descubrí que no podía mantenerme a pura propina, mi peregrinaje peguístico continuó con:

La nichichanilimoná













En un momento del 2012 decidí hacer valer mi título, que bien carito me había costado sigue costando, y así llegué hasta un preuniversitario de cuyo nombre no quiero acordarme decidida a guiar mentes juveniles por la senda del saber. El comienzo no fue exactamente ideal, porque me tiraron a los leones sin una miserable capacitación de veinte minutos. De hecho, mi ternura característica me llevó a preparar casi que con cronómetro mi primera clase, sólo para descubrir que el calendario se había gilculeado y que esa ya la habían hecho. A los leones, poh, hueón. Considerando que podía trabajar los días y la cantidad de bloques que quisiera, que me daban el -penca- material preparado y no había que corregir nada, era bien ideal el tema para alguien con nula vocación docente como yo. El problema era, adivinen... la gente. Es que HUEÓN, la dura que no entiendo cómo tener capacidades sociales "normales" -onda, levemente superiores a las de un repollo- puede ser tan increíblemente anormal. Desde el freak que no entendía mis indirectas (- tienes facebook? - NO - y twitter? - TAMPOCO) y gesticulaba igual que Lolo de 31 minutos hasta alguien cuya higiene hacía que los medievales parecieran obsesivo-compulsivos, pasando por el evangélico que me predicó en la micro y luego renunció para pasar más tiempo con sus sobrinos y el rubio teñido que, según los rumores, era swinger... básicamente, la hueá era un circo. OK, la verdad no me fui por los compañeros extremadamente socially awkward y carreteros (la verdadera razón en el tercer capítulo y final), pero digamos que es una hueá que no extraño. Sólo conocí a dos humanos que estoy realmente segura de que lo son, y todavía somos amiguis :) F., K., u rock.
Puta, tengo ene anécdotas hueonas de esta pega, pero no voy a eternizar el post. Cuéntenme si quieren más detalles para alguna entrada futura.

Pros: Horario elegible (que no flexible), fácil, bonos, aguinaldo, sueldo decente y a tiempo, licencias.
Contras: Odio por la gente, sueldo random e ínfimo, look respetable (al final), lejos de mi casa, quedar cesante entre noviembre y abril, horas muertas interminables entre bloques o cuando los alumnos no llegaban.
Ganas de vivir: 1


La under qualified















Sí, leyeron bien; en el preu teníamos unas laaargas vacaciones... sin goce de sueldo :) Por lo tanto ese verano (duré un año y medio) tuve que buscar otra fuente de ingresos en espera de mi subsidio anárquico. Por suerte tenía mis contactos, porque voh cachai, soy shúperloca y me muevo en el mundo intelectual (not), así que por intermedio de amigos llegué a un instituto de español para extranjeros. La raja, ¿o no? Sonaba súper shori, me quedaba cerca y, OH MILAGRO DEL SEÑOR, iba a trabajar con gente que me caía bien. Además había hecho un curso de ELE (Español como Lengua Extranjera, para los no iniciados) en la U, así que estaba siempre lista a lo scout... just that I wasn't. Ya con las primeras clases caché que mi blabla del preu y mi amor por la gramática (no es hueveo, la gramática del español es la zorra! *ñoño mode: OFF*) no eran suficiente para poder enseñarle ni una hueá a nadie. Se me hacían eternas las clases que no sabía con qué rellenar, y eso que llegaba tarde casi siempre, y las clases de la tarde de conversación libre eran una tortura china. No sé cómo chucha logré aguantar como un mes sin que me echaran, pero lo achaco a que en verano tenían muchos alumnos y que soy buena ondi. En serio, yo tengo una razonable dosis de autoestima, y huí tan pronto pude porque tenía ganas de que me quedara un poco.

Pros: NO ODIO POR LA GENTE :D, horario elegible (que no flexible), filo con el look, me podía ir en bici desde mi casa, enseñar garabatos y ordinarieces.
Contras: Más difícil que la conchemimare, sueldo random e ínfimo, look respetable (al final), mi autoestima y orgullo profesional pal hoyo.
Ganas de vivir: 0


¿Y qué pasó después, Camijiiiii? ¿Te fuiste a una comunidad jipi donde haces truque con pan integral amasado por tus propias manos?
Tranquilein, John Wayne; la respuesta a esta pregunta que los tiene al borde de la histeria (eh... no?) en la última parte de esta trilogía.